El libro del buen amor


Algunos fragmentos del Libro del Buen Amor:

He estado explicando algunos parámetros culturales del Libro del Buen Amor, utilizando –entre otros trabajos– un artículo publicado varias veces por su autor, pero que podéis encontrar con esta referencia: Rico, F., «’Por aver mantenencia‘. El aristotelismo heterodoxo en el Libro de buen amor», El Crotalón, 2 (1985), pp. 169-198 o, quizá más fácilmente, en Historia y Crítica de la Literatura.

Añado aquí un texto que quería comentar en clase y para el que no sé si dispondré ahora de tiempo. Es una descripción femenina jocosa, paradigma de fealdad. Dice así:

De lo que contesçió al arçipreste con la serrana, et de las figuras d’ella

1006 Siempre ha mala manera la sierra et la altura,
si nieva, o si yela, nunca da calentura,
bien ençima del puerto fasía orina dura,
viento con grand elada, rosío con grand friura.

1007 Como omen non siente tanto frío, si corre,
corrí la cuesta ayuso, ca dis’: «Quien da a la torre,
»ante dise la piedra que sale el alhorre.»
Yo dixe: «Só perdido, si Dios non me acorre.»

1008 Nunca desque nasçí pasé tan grand’ periglo
de frío: al pie del puerto falleme con vestiglo,
la más grande fantasma, que vi en este siglo,
yeguarisa trefuda, talla de mal çeñiglo.

1009 Con la coyta del frío e de la grand’ elada
roguel’ que me quisiese ese día dar posada,
díxome, que l’ plasía, si l’ fuese bien pagada:
tóvelo a Dios en merçed, e levome a la Tablada.

1010 Sus miembros e su talla non son para callar;
ca bien creed, que era una grand yegua caballar,
quien con ella luchase, non se podría bien fallar,
si ella non quisiese, non la podría aballar.

1011 En l’Apocalypsi San Joan Evangelista
non vido tal figura, nin de tan mala vista,
a grand hato daría lucha e grand conquista;
non sé de quál diablo es tal fantasma quista.

1012 Avía la cabeça mucho grand sin guisa;
cabellos muy negros más que corneja lisa;
ojos fondos, bermejos, poco e mal devisa;
mayor es que de yegua la patada do pisa.

1013 Las orejas mayores que de añal burrico;
el su pescueço negro, ancho, velloso, chico;
las narises muy gordas, luengas, de çarapico,
bebería en pocos días cabdal de buhón rico.

1014 Su boca de alana et los rostros muy gordos:
dientes anchos et luengos, asnudos e muy mordos,
las sobreçejas anchas e más negras que tordos:
los que quieran casarse aquí, non sean sordos.

1015 Mayores que las mías tiene sus prietas barbas,
yo non vi en ella ál, mas si tú en ella escarvas,
creo que fallarás de las chufetas darvas:
valdríasete más trillar en las tus barvas.

1016 Mas en verdat si bien vi fasta la rodilla,
los huesos mucho grandes, la çanca non chiquilla,
de las cabras del fuego una grand manadilla;
son tovillos mayores que de una añal novilla.

1017 Más ancha que mi mano tiene la su muñeca,
vellosa, pelos grandes, pero non mucho seca;
vos gorda, e gangosa, a todo omen enteca,
tardía como ronca, desdonada e ueca.

1018 El su dedo chiquillo mayor es que mi pulgar,
piensa de los mayores si te podrás pagar,
si ella algund día te quisiese espulgar,
bien sentiría tu cabeza que son biga de lagar.

1019 Por el su garnacho tenía tetas colgadas,
dávanle a la çinta, pues que estaban dobladas,
ca estando sençillas daríen so las ijadas
a todo son de çítola andarían sin ser mostradas.

1020 Custillas mucho grandes en su negro costado,
unas tres veses contelas estando arredrado:
dígote, que non vi más, nin te será más contado,
ca moço mesturero non es bueno para mandado.

1021 De quanto que me dixo et de su mala talla
fise bien tres cántigas, mas non pud’ bien pintalla,
las dos son chançonetas, la otra de trotalla,
de la que te non pagares, veyla, e ríe, e calla.

Podéis encontrar el libro completo, por ejemplo, aquí y numerosos trabajos sobre él en este enlace. Un compendio aquí, con un cuadro de la estructura que está bastante bien.

Y una cancioncilla, sobre el dinero.

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Como dize Aristótiles, cosa es verdadera,
el mundo por dos cosas trabaja: la primera,
por aver mantenençia; la otra cosa era
por aver juntamiento con fenbra plazentera.

Si lo dexiés de mío, sería de culpar;
dizelo grand filósofo, non só yo de rebtar:
de lo que dize el sabio non devemos dubdar,
ca por obra se prueva el sabio e su fablar.

Que diz verdat el sabio clarame[n]te se prueva:
omnes, aves, animalias, toda bestia de cueva
quieren segund natura conpaña sienpre nueva,
e quanto más el omne que toda cosa queAs mueva.

Digo muy más el omne que toda creatura:
todas a tienpo çierto se juntan, con natura;
el omne de mal seso todo tienpo, sin mesura,
cada que puede quiere fazer esta locura.

El fuego sienpre quiere estar en la çeniza,
comoquier que más arde quanto más se atiza;
el omne quando peca bien vee que desliza,
mas non se parte ende ca natura lo enriza.

E yo, como só omne como otro, pecador,
ove de las mugeres a las vezes grand amor;
provar omne las cosas non es por ende peor,
e saber bien e mal, e usar lo mejor.

Consejos de don Amor
Condiciones que ha de tener la mujer para ser bella 

Si leyeres a Ovidio que por mí fue educado,
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.

Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.

Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta pero tampoco enana;
si pudieras, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.

Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillo no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.

Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.

La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.

La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!

Serrana de Malangosto

Pasando yo una mañana
el puerto de Malangosto
asaltóme una serrana
tan pronto asomé mi rostro.
-Desgraciado, ¿dónde andas?
¿Qué buscas o qué demandas
por aqueste puerto angosto?
Contesté yo a sus preguntas:
-Me voy para Sotos Albos.
Dijo: -¡El pecado barruntas
con esos aires tan bravos¡
Por aquesta encrucijada
que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos.
Plantóseme en el sendero
la sarnosa, ruin y fea,
dijo: -¡Por mi fe, escudero!,
aquí me estaré yo queda;
hasta que algo me prometas,
por mucho que tú arremetas,
no pasarás la vereda.
Díjele: -¡Por Dios, vaquera,
no me estorbes la jornada;
deja libre la carrera;
para ti no traje nada.
Me repuso: -Entonces torna,
por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada.
Y la Chata endiablada
¡que San Julián la confunda!
arrojóme la cayada.
Y, volteando su honda,
dijo afinando el pedrero:
-¡Por el Padre verdadero
tú me pagas hoy la ronda!
Nieve había, granizaba;
hablóme la Chata luego
y hablando me amenazaba:
-Paga, o ya verás el juego!
Dije yo: -Por Dios, hermosa,
deciros quiero una cosa,
pero sea junto al fuego!
-Yo te llevaré a mi casa
y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa
y te daré pan y vino.
Pero, ¡a fe!, prométeme algo
y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!
Yo, con miedo y arrecido,
le prometí un garnacha
y ofreció, para el vestido,
un prendedor y una plancha.
Dijo:-Yo doy más, amigo.
¡Anda acá, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!
Cogióme fuerte la mano
y en su pescuezo la puso;
como algún zurrón liviano
llevóme la cuesta ayuso.
-Desgraciado, no te espantes
que bien te daré que yantes
como es en la tierra uso
Me hizo entrar mucha aína
en su venta con henoto
y me dio hoguera de encina
mucho conejo de Soto
buenas perdices asadas
hogazas mal amasadas
y buena carne de choto.
De vino bueno un cuartero,
manteca de vacas, mucha,
mucho queso de ahumadero,
leche, natas y una trucha;
después me dijo: -¡Hadeduro
comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha.
Cuando el tiempo fue pasando
fuime desentumeciendo;
como me iba calentando
así me iba sonriendo.
Observóme la pastora;
dijo:-Compañero, ahora
creo que voy entendiendo.
La vaqueriza, traviesa,
dijo: -Luchemos un rato
levántate ya, de priesa;
quítate de encima el hato.
¡Por la muñeca me priso,
tuve que hacer cuanto quiso:
¡creo que me fue barato!

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