Día de los enamorados (2023)

Como todos los años, nos enfrentamos de nuevo al reto de mostrar nuestro talento literario con uno de los temas universales por excelencia: el amor. El amor, desde cualquier ángulo; el amor como excusa para domeñar el lenguaje y hacerlo encajar en el corsé imposible de un soneto, para columpiarlo en el vaivén de una rima, para navegar entre los acentos secundarios del isosilabismo.

He procurado que tuvierais muchos motivos diferentes para afrontar esta tarea. Hoy traigo un par de curiosidades más, que quizá puedan inspirar futuras octavas y romances venideros, que quizá algo os aporten a vosotros también.

Tristán e Isolda, de J. W. Waterhouse

La trágica historia de los amores de Tristán e Isolda es una de las leyendas más inspiradoras que ha dado la Edad Media.

Después de acabar con un dragón que acosaba a los irlandeses, Don Tristán de Leonís, pide como recompensa la mano de la princesa Iseo para su tío el rey Mark de Cornualles. Mientras lleva a la muchacha al encuentro con su prometido, ocurre algo que hace saltar los planes por los aires: la madre de Isolda había preparado una bebida para que la joven se enamorara de su futuro marido, pero la prueban por error ella y Tristán, que desde ese momento quedan unidos por un amor inquebrantable. Tendrán que superar muchos obstáculos desde ese momento y la historia, por decirlo en pocas palabras, no termina bien. Aquí los tenéis en el maravilloso lienzo de Rogelio Egusquiza:

El final desastrado de los amantes es más aparente que real, pues cuenta la leyenda que de sus tumbas surgieron una viña y un rosal que se fundieron en un abrazo eterno de flores y ramas, de sarmientos y hojas.

La historia, como digo, ha dado para mucho. Ahí tenéis la ópera de Wagner, sin ir más lejos, cuyo «Preludio y muerte de amor» podéis escuchar mientras leéis la entrada hasta el final.

Pero también se recreó en el romancero viejo, en la época de los Reyes Católicos. Os dejo el poema, para que veáis.

Herido está don Tristán
de una muy mala lanzada;
diérasela el rey, su tío,
con una lanza herbolada.
El hierro tiene en el cuerpo,
de fuera le tiembla el asta.
Tan malo está don Tristán
que a Dios quiere dar el alma
Valo a ver la reina Iseo
la su linda enamorada,
cubierta de paño negro
que de luto se llamaba.
Viéndole tan mal parado,
dice así la triste dama:
-Quien os hirió, don Tristán,
heridas tenga de rabias,
y que no halle maestro
que sopiese de sanarlas.
Tanto están de boca en boca
como una misa rezada:
llora el uno, llora el otro,
toda la cama se baña;
el agua que de ellos sale
una azucena regaba:
toda mujer que la bebe,
luego se siente preñada.
Así hice yo, mezquina,
por la mi ventura mala.

(En la recopilación de Menéndez Pidal, Flor nueva de romances viejos)

Pues bien, todo lo que he escrito hasta ahora no es más que la introducción de lo que os quiero contar hoy, que es la historia de un cómic.

En 1982 se publicó Camelot 3000. La historia de Mike W. Barr y Brian Bolland es una auténtica fricada.

Ante una invasión extraterrestre, Merlín, el mago, decide resucitar a los caballeros de la Mesa Redonda, aquellos valerosos miembros del círculo de confianza del rey Arturo. Dejo de lado esa historia tan atractiva para comentar que, como todos estáis suponiendo, Tristán es uno de los que vuelve a aparecer en el año 3000 para intentar repeler la agresión alienígena. Ahora bien, hay un pequeño problema: se ha reencarnado en una mujer. No diría que es un problema si Tristán sintiese que encaja en ese cuerpo, pero no, no lo hace.

A la altura de 1982, que un cómic afrontara la cuestión de la transexualidad me parece más marciano que la propia invasión extraterrestre que da pie a todo lo demás. Pero la cosa no queda ahí. Tristán sigue enamorado de Isolda, que es otra mujer. La mezcla de la problemática de la identidad y de la orientación sexual generan en la serie unas páginas muy jugosas: Isolda reconoce a Tristán detrás de su apariencia femenina, mientras él se debate entre el amor que siente por Isolda y las dificultades de una relación homoerótica complicadas con una disociación entre quien siente que es y el cuerpo en que habita.

No voy a contaros el final de sus amores porque no es mi intención destriparos el cómic (no quiero haceros spoiler, como diríais vosotros). Solo espero que os hayan entrado muchas ganas de leerlo.

Y, por lo demás, confío en que todos podamos disfrutar mucho de vuestros poemas de este año, que debéis subir a esta entrada antes de que pase el día 14 de febrero.

Ánimo.