Cruce o contaminación. El caso de Rubalbárcenas


Se ha celebrado con gran jolgorio y alborozo por parte de unos y con inmensa indignación por parte de otros, la portada del diario La Razón del día posterior a la comparecencia de Rajoy en el Congreso el día 1 de agosto, a cuenta del asunto «Bárcenas».

Para quienes no estéis familiarizados con la política, he aquí algunos de los actores principales:

Mariano Rajoy Brey, Presidente del Gobierno, comparece en el Congreso (físicamente en el Senado, el Congreso está en obras), para tratar del caso Bárcenas o de economía, no se sabe muy bien.

Alfredo Pérez Rubalcaba: Jefe de la oposición, líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Luis Bárcenas: ex tesorero del Partido Popular (PP), el que gobierna en España. Se encuentra en el momento del debate en la cárcel de Soto del Real, en prisión preventiva, imputado por varios delitos.

El cóctel es el siguiente en la portada de La Razón del día citado. Véase primero de qué hablamos:

Imagen tomada de Kiosko.net

Imagen tomada de Kiosko.net

«Rajoy vence a Rubalbárcenas«, reza el titular, con un  neologismo estrambótico, ahí es nada, a través del cual el periódico identifica las figuras del tesorero encarcelado del PP con el líder socialista. Dos realidades ajenas por completo, forman una entidad unitaria a partir de esta creación léxica.

¿Por qué se molesta el periódico en crear una palabra nueva para su titular? El cruce es un procedimiento inesperado que cuenta con cierto lustre en algún sector periodístico y que permite atribuir de un plumazo la deshonestidad de uno (Bárcenas) al otro (Rubalcaba), desligándolo de sus orígenes (próximos a Rajoy, que fue quien nombró a Bárcenas como tesorero de su partido) y aproximándolo al otro (a Rubalcaba) con la finalidad de enturbiar la apreciación de los lectores sobre el personaje (sobre Rubalcaba) y sus argumentos, que son, ahora sí, después de la contaminación léxica, los mismos que emplea nada menos que un delincuente (Bárcenas).

El procedimiento, bien conocido e incluso pueril –todos hemos retorcido el apellido de nuestros compañeros de colegio con finalidad crítica–, ha dado algún juego en el lenguaje político de nuestros medios de comunicación, como he estudiado hace unos años. La novedad no existe, en realidad, porque como dice Coseriu «los procedimientos de creación de palabras son los que son». El proceso aquí empleado se llama cruce o contaminación, y está ampliamente estudiado por Félix Rodríguez, en Prensa y lenguaje político (1991). Modestamente, yo también lo he contemplado. Transcribo a continuación unas páginas de «Usos y variaciones del nombre propio como estrategia política», artículo que publiqué en  Discurso & Sociedad, Vol 1(3) 2007, 439-481 (pp. 448 y ss.) Recomiendo la lectura de las notas vinculadas al extracto (números 32-40), que aquí han quedado fuera.

Por otro lado, uno de los mecanismos de creación léxica que más interés ofrece es el cruce (o contaminación), quizá por la impredecibilidad del resultado, siempre una modificación o transformación del nombre propio. Jiménez Losantos hace buen uso de este procedimiento desde hace años. Se trata de creaciones de escasa difusión, voces muy efímeras, puramente idiolécticas o “infraidiolécticas” (Rodríguez, 1991: 223). Por cruce léxico se entiende “la fusión o superposición deliberada de dos palabras en un solo lexema” (Rodríguez, 1991: 211). Dicha mezcla permite, de nuevo, la identificación entre adversarios de todo género cuando el cruce se produce a partir de dos nombres propios, uno de ellos “Zapatero”, en la línea de investigación que seguimos; o bien la adopción o incorporación entre sus atributos de rasgos del término que lo contamina. Dentro de los artículos de Libertad digital que estamos analizando, y siempre con respecto a Zapatero, hay tres ejemplos reseñables.

El primero de ellos, “Zapatereche” (“Después de Ibarreche viene Zapatereche”, 01/02/2005), surge de resultas de la discusión sobre el Plan Ibarretxe. El “plan Zapatereche” implica “desmantelar España” sobre la base de la asignación de un nacionalismo concebido como separatismo antiespañol al político vasco y, por extensión, al líder socialista. Ya había utilizado este tipo de vinculación en el caso de “Rovireche” y consta en el mismo lugar que comentamos un “Plan Maragalleche” dotado del mismo fundamento.

Solo he registrado ejemplos de cruce entre Zapatero y Rubalcaba en “Rubatero y Zapacaba” (02/02/2005), consecutivo del artículo que contenía el anterior, como se observa. “Zapacaba” y Rubatero son también cruces identitarios entre nombres propios, cuya explicación nos ofrece el periodista:

Pero como, al final, el Presidente, aunque no ejerza, sigue siéndolo, y el Portavoz parlamentario nunca puede ejercer del todo como Presidente, hete aquí que el bestiario político ha alumbrado dos extrañas criaturas: Rubatero y Zapacaba, cada cabeza en la cola que no le corresponde, ambos gárgolas mutantes.

La creación léxica, además de una base propiciatoria de cantidad fónica equivalente entre los nombres propios que la conforman, presenta la singularidad de que debe ser considerada en conjunto, como un sintagma, para apreciar el aspecto humorístico que evoca. A pesar de la densidad de la crítica, a pesar de que en la consideración de Jiménez Losantos la mera enunciación de Rubalcaba, prosélito infame de Felipe González —a su juicio—, evoca el GAL, aún se puede rastrear la analogía con “tanto monta, monta tanto”. Se intensifica, incluso, con la introducción de nuevos componentes del frente adversario —Polancán, Cebrianco: nótese la rima invocada—, todos ellos una misma cosa, por lo que no se produce transferencia alguna de rasgos, sino la idea de fungibilidad en la selección de uno u otro, equivalente a la adhesión por guiones sin la carga de acumulación que acarrea este mecanismo, dentro de la característica cosmovisión del editor de Libertad digital:

Pero por desgracia, Zapatero ha ido ya demasiado lejos y no hay en el PSOE nada ni nadie que pueda uncirlo a la moderación. No hay que olvidar que esta política antiespañola a fuer de Anti-PP fue decretada por Cebrián al día siguiente de las elecciones vascas y que Zapatero puso inmediatamente a Redondo Terreros de patitas en la calle, previa campaña de difamación personal y familiar en el clásico estilo de la Escuela de Chicago que tan bien domina Casa Polanco. Ahora, Polancán y Cebrianco, Rubatero y Zapacaba, vuelven, confundidos y confusos, al lugar del crimen.

El tercer y último caso, “Zapatético”, aunque similar en lo que tiene de creación puramente individual y más que probablemente efímera, se distingue en su génesis por partir del nombre propio más un adjetivo. Como en muchos de los ejemplos de cruce que he comprobado, parece haber algún factor fonológico que lo elicita. En el que nos ocupa, formación de Za[paté]ro + [paté]tico, es palmario pero, como siempre, la analogía fonética y el propósito caracterizador resultan los factores desencadenantes. Por supuesto, el adjetivo añadirá un rasgo esencial al objeto final que aludirá al referente a través de él de modo exclusivo

Patético ha estado Zapatero en su tercer y acaso último aniversario como líder “renovador” del PSOE, hablando de esa “revolución pendiente”, a lo Girón, que sólo busca consolidar una situación inestable en la que su poder delegado se tambalea, al borde del despido. Zapatero, ha prometido seguir “renovando la nada” con ahínco. “Zapatético”, sí, una vez más (“Renovando la nada con ahínco”, 21/07/2003).

Las comillas del ejemplo aducido son suyas. Por supuesto, subrayan el neologismo. Da la impresión de que Jiménez Losantos no está seguro de que se comprenda bien este procedimiento. Además de la marca gráfica, se hace mención expresa de los integrantes en este y en el otro caso en que he registrado el término: “Espectáculo patético el de este PSOE. Mejor dicho: Zapatético” (“Convicciones de 24 horas”, 13/01/2004). De igual manera, se explicitan los elementos composicionales en los supuestos que hemos analizado con anterioridad.

No debe menospreciarse este cauce de creación léxica aunque en ocasiones pueda resultar un tanto pueril o parecer fuego de artificio. Como dice Félix Rodríguez (1991: 225), “desde un punto de vista sintáctico y estilístico, los cruces ofrecen la ventaja de condensar extremadamente la expresión, evitando así muchas veces construcciones perifrásticas que resultarían muy complejas” (Rodríguez, 1991: 225). La conexión entre el grupo PRISA y el PSOE se reconoce de inmediato en “PRISOE”; el solapamiento entre Moratinos y un desatino consagrado por “Desatinos” constituye casi un eclipse total del nombre propio de origen que contribuye a la intensidad de la atribución de una omnipresente falibilidad al Ministro de Asuntos Exteriores, rayana en la simple metábasis. Es, pues, un procedimiento muy económico y un rasgo de estilo. Y un venero para la crítica personal más acerba.

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