Bueno, chicos. Como os prometí, cuelgo algunas fotos de vuestros cuadernos de poesía. Lamento decir que no todos os lo habéis tomado en serio y que habéis preferido no trabajar absolutamente nada en una actividad que ha durado casi desde que aparecí por el instituto recitando hiperbólicamente el «Nocturno» de Alberti. Eso son muchos meses y en esos casos a los que me refiero, el resultado es tan precario que puede motivar algún que otro suspenso inesperado en esta evaluación, cuando normalmente sirven para levantar alguna nota en apuros.
Otros no, claro. Hay cuadernos muy buenos, y con eso quiero quedarme. No me resisto esta vez, sin embargo, a incorporar diseminadas entre las fotos interesantes, algunas muestras de lo que he dicho en el párrafo anterior, como ejemplo a contrario. Digamos… una monja con un jamón, y similares.
En fin, ahí van. Que las disfrutéis. En todos los sentidos posibles.
Ay, madre. Hay algunos tan horrorosos que mejor que no los hubieran presentado. Lo siento por el profesor y por su dedicación no correspondida.
Sobreviviré. 😦