Locuras del lenguaje y otros borborigmos


Hay textos jitanjafóricos, delirantes, que generan un idioma por sí solos, como el archisabido capítulo 68 de Rayuela. Del mismo autor es otra demostración de nuestra capacidad de comprender lo incomprensible («Por escrito gallina una»).

En el polo opuesto, sin embargo, se sitúan quienes por frecuentar el diccionario (ese cementerio de palabras, según Cortázar), nos brindan textos que contienen términos existentes, pero que resultan incomprensibles no solo para el común de los mortales, sino para los mismos especialistas. Buena prueba son los «Borborigma darii» de Guillermo Cabrera Infante:

BORBORIGMA DARII
Maniluvios con ocena fosforecen en repiso.
Catacresis repentinas aderezan debeladas
maromillas en que aprietan el orujo y la regona,
y esquerizas de milí rebotinan el amomo.
¿No hay amugro en la cantoña para especiar el gliconio?
Tufararas vipasanas paloteabean el telefio.
La reata de encellado, ¿no enfoscaba el propíleo?
¡Ah, cosetanos bombés que revulsan en limpión!
Tunantada enmohecida se fulmina en la diapente.
Pastinacas de diapreas opositan
el frimario mientras pecas de satirio
afollaban los fosfenos del litófago en embrión.
¡No hay marisma!
Los ibídemes de prasma refocilan
en melindres y a su lado la gumía jaraneaba un notocordio
en trisagios de silbón.
Gurruferos malvaviscos
juntamente en metonimias desancoraban la gubia
para pervertir la espundia y abatanar el cachú.
¡No hagan olas!
Cachondeos poliglotos prefacionan el azur
y amartelan el rehílo de alcatifas en palurdo,
otrosíes de la fullona dorada en el conticinio
¡Vale reis!
¿No entrelinean el dilúculo?
¡Prior pautado!
Volapiés de sonajeros atafagan el boquín
y en las dalas, en las dalas de Gehenna
recurvan los borborigmos de la simonía de abril.

Otro texto para volverse loco es A una coqueta, de Somoza. En este archivo podéis ver el poema en la columna de la izquierda y la imprescindible traducción que de él realiza el propio autor, en la de la derecha. Desde luego, se las trae: Somoza, A una coqueta

Pero la cosa no queda ahí. Piensa Juan José Domenchina que “es preferible incurrir en rebuscamiento o cataglotismo culterano, cargante profusión terminológica, e incluso en sibilina inaccesibilidad, que no caer en la greñuda y zafia negligencia […] Nada importa que en esta tarea el escritor tome y aun exhume directamente del diccionario alguna palabra que logre subyugarle. Teófilo Gautier dijo que no conocía libro más digno de ser leído por un poeta que el diccionario” (“El culto del idioma y la fruición del pensamiento”, El Sol, 1931)

Para muestra de lo que eso significa, este botón:

Deja, pues, que la bruja desenhetre los

porcipelos de sus crenchas

enmarañadas: ralos nidales de idóneos

anopluros.

(Juan José Domenchina, Dédalo, 1932)

Son juegos, nada más. Pero no hace falta alforjas para este viaje. Con leer a Góngora tenemos.

Que os sea leve, de todas formas. Y que os guarde dios de estos excesos.

P.S.: Y eso sin entrar en lenguajes especiales, como el lunfardo:

MANO A MANO

Rechiflao en mi tristeza, te evoco y veo que has sido
De mi pobre vida paria sólo una buena mujer.
Tu presencia de bacana puso calor en mi nido.
Fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido
Como no quisiste a nadie, como no podrás querer.

Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,
Gambeteabas la pobreza en la casa de pensión:
Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,
Los morlacos del otario los tirás a la marchanta
Como juega el gato maula con el misero ratón.

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones
Te engrupieron los otarios, las amigas, el gavión,
La milonga entre magnates con sus locas tentaciones,
Donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,
Se te ha entrado muy adentro en el pobre corazón.

Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado,
No me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás;
Los favores recibidos creo habértelos pagado
Y si alguna deuda chica sin querer se había olvidado
En la cuenta del otario que tenés se la cargás.

Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,
Sean una larga fila de riquezas y placer;
Que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,
Que te abrás en las paradas con cafishios milongueros
Y que digan los muchachos: “es una buena mujer”.

Y mañana cuando seas descolado mueble viejo
Y no tengas esperanzas en el pobre corazón,
Si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,
Acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo
P’ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.

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