Subordinadas adverbiales impropias


 

SUBORDINACIÓN ADVERBIAL IMPROPIA

El esquema de las subordinadas es coherente por lo que respecta a las sustantivas, adjetivas y adverbiales propias. Así, son subordinadas sustantivas las que se integran en la oración en una función sustantiva y pueden ser sustituidas por un sustantivo. De igual forma, se denominan subordinadas adjetivas a las que son conmutables por adjetivos y desempeñan la función de tales. También las adverbiales propias encajan en este tipo de definición. Pero no se pueden utilizar los mismos parámetros para definir otros seis grupos de oraciones que, aunque funcionalmente sean análogas en su mayoría a las adverbiales propias, no son conmutables por adverbios.

Desde un punto de vista formal y funcional, este grupo de subordinadas es bastante heterogéneo. De hecho, así consideradas, las consecutivas y comparativas, resultan más próximas a las adjetivas que a las adverbiales. Pero, si partimos de factores semántico–referenciales, podemos unificar considerablemente cinco de los seis tipos de adverbiales impropias. Todas, salvo las comparativas, remiten al concepto de causalidad, que es un concepto relacional: la relación entre una causa y un efecto: si la causa es retrospectiva y real obtenemos una expresión causal propiamente dicha; si es prospectiva y virtual se produce una expresión final; si se invierte o se añade intensidad se consigue una expresión consecutiva; si la causa es hipotética el esquema resultante es condicional y, por último, si no produce efecto estaremos ante una estructura concesiva.

Causales

Las oraciones causales se introducen con diversos transpositores, de los cuales el más común actualmente es porque. Suelen distinguirse dos tipos de relación semántica causal:

  1.  uno, cuando la oración transpuesta se refiere a la causa real de la experiencia evocada por el verbo principal;
  2. otro, cuando la oración transpuesta explica meramente el motivo por el cual se expresa el núcleo del enunciado.

En la oración: Sandro está enfermo porque ha llevado mala vida, la oración subordinada (porque ha llevado mala vida) es un complemento que alude a la causa de lo expresado por está enfermo. En cambio, cuando se dice: Sandro está enfermo, porque tiene mal aspecto, la oración transpuesta (porque tiene mal aspecto) señala el motivo por el cual se asegura que Sandro está enfermo, sin referirse para nada a la causa de la enfermedad.

Siendo diferentes estos dos sentidos, es, sin embargo, la misma su estructura sintáctica, según ocurre también cuando, en ese tipo de oraciones, las subordinadas son sustituidas en su función de complemento circunstancial por sintagmas nominales: Está enfermo por su mala vida, Por su mal aspecto, está enfermo.

Normalmente, la oración transpuesta con porque aparece en segundo lugar. Así se ve tanto en los ejemplos de grupo A (causales del enunciado) con el primer sentido, como en los ejemplos del grupo B (causales de la enunciación) con el segundo sentido:

A) Del enunciado

  • El Director ordenó que se evacuara el edificio porque podría derrumbarse.
  • Se empeñó en mudarse de casa porque no le gustaba aquel barrio.
  • No se comunicó nunca más con su cómplice porque sentía remordimientos de conciencia.
  • Estas aguas están contaminadas, porque las alcantarillas producen muchas filtraciones a su venero.

B) De la enunciación

  • La suerte no debió de acompañar a Gema, porque tenía muy mal humor.
  • Jaime, deja ya de hacerme preguntas difíciles, porque te corto la coleta.
  • Rubén debía de tener prisa, porque se ha ido sin despedirse.
  • Estas aguas están contaminadas, porque huelen fatal.

La anteposición de la subordinada enfatiza la importancia de la causa. En estos casos el transpositor incluso puede reforzarse con algún adverbio:

  • Justamente porque no me lo ha pedido, se lo daré.

Las causales de la enunciación suelen aparecer separadas por pausa (coma en lo escrito) respecto de la secuencia previa. A veces incluso se utiliza puntuación mayor y parece como si los dos miembros del enunciado fuesen entre sí sintácticamente independientes.

  • Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.
  •  No quiso seguir adelante. Porque a veces el miedo puede más que el deseo.

El transpositor que de sentido causal / final

No es porque el único transpositor que puede aportar sentido causal a una subordinada:

  • No te quejes de ella, que otra vendrá que buena la hará.

Del sentido causal en estas estructuras no es responsable el transpositor que, sino el modo del verbo de la oración subordinada. Con indicativo o condicional, el sentido sugerido es el causal; la oración transpuesta por que explica los motivos por los cuales se ha proferido la oración anterior (en general, de sentido apelativo):

  • Venid conmigo, que os invito a un café.
  •  No te molestes, que no se lo dirá a nadie.

Cuando el verbo de estas subordinadas va en subjuntivo, el sentido que evocan es final:

  • No corras, que no te pongan una multa.
  •  Ven pronto, que no tenga que esperarte.

El transpositor pues

Por lo común se incluyen entre las estructuras de sentido causal las oraciones introducidas por pues (y por pues que). En la actualidad son raros los enunciados en que una oración con pues y con sentido causal preceda a otra oración (todos los ejemplos de la lengua literaria que siguen son de Alarcos, 1994):

  • Pues todas las aves vuelan, volad vos.

Siguen siendo frecuentes los usos de pues introduciendo una oración que explique el porqué de lo expresado previamente (causales de la enunciación):

  • Hay que llevar la mirada cerca siempre del suelo, pues el suelo es la garantía de la libertad.

En este caso, la oración precedida de pues equivale por su sentido a la que pudiera transponer porque; pero, en general, la primera oración termina en cadencia e impone una pausa antes de pues. Cuando la pausa intermedia es más amplia, según refleja la puntuación, no parece que exista unidad sintáctica entre ambos miembros:

  • Al tiempo, un pensamiento absurdo la deslumbra: pues la descripción de aquel milagro ha incorporado en su memoria la figura de los dos peregrinos.
  • Luego me dormí mejor, pero con todo, en el sueño, yo notaba un no sé qué raro; pues pasaba que yo no dormía bien, pero tampoco mal del todo.

Se observa en estos ejemplos el carácter expletivo de pues propio de los usos señalados anteriormente.

Otras locuciones de sentido causal

La combinación ya que, antiguamente temporal, actualmente evoca sentido causal, y la oración encabezada por este transpositor puede anteponerse o posponerse a la otra secuencia:

  • Ya que tú no tienes pudor, déjame a mí tenerlo.
  • Tendré que utilizar otros métodos, ya que los actuales no me sirven con vosotros.

Otras construcciones con sentido causal constan de un participio inmovilizado y una oración transpuesta por que:

  • Puesto que hace tan buen día, vamos todos al patio a dar la clase.
  •  Puesto que es así…, no tenemos ningún inconveniente en aceptar.
  •  Se nota una cierta hostilidad en las declaraciones de los candidatos, dado que se aproximan las elecciones.

Ya hemos explicado que el transpositor como puede denotar también sentido causal:

  • Como no has estudiado nada, te he suspendido.

Finales

Las subordinadas finales son estructuras oracionales transpuestas que funcionan como complementos circunstanciales. Semánticamente se refieren al propósito o a la intención con que se produce la noción designada por el núcleo verbal; tienen un carácter virtual, prospectivo e intencional. El transpositor más común es la combinación para que, la cual exige en la oración subordinada el modo subjuntivo.

La función de estas oraciones finales coincide con la de los grupos nominales precedidos por la misma preposición para. Así, en Se calla para que no te enfades, la subordinada cumple el mismo papel que un grupo nominal o una proposición de infinitivo: Se calla para no enfadarte, Se calla para eso mismo.

Por supuesto, el sentido final puede ser sugerido con otros recursos: Se calla con ese propósito, donde el significado final del circunstancial se consigue con el sentido del sustantivo propósito.

Cuando la persona gramatical del núcleo verbal se refiere a la misma que está implícita en el verbo subordinado, en lugar de la subordinada con para que + subjuntivo, se utiliza la construcción para + infinitivo. Así, mientras se dice He comprado la novela para que la lea Juan, donde el agente del verbo comprar es distinto del de leer, se utilizará el infinitivo si ambos agentes coinciden: He comprado la novela para leerla (y no: *para que yo la lea). También se emplea esta construcción cuando la persona en relación con el infinitivo desempeña otra función distinta a la de sujeto en el núcleo oracional. Por ejemplo: Poco animados os veo para emprender el viaje, donde el actor a que alude el infinitivo es la segunda persona de plural que funciona como CD del núcleo veo, y no se diría *para que emprendáis.

Sin embargo, pueden ser correctas las dos posibilidades otras veces:

  • Me han llamado para ocupar ese puesto.
  •  Me han llamado para que ocupe ese puesto.

Por lo común, la subordinada final ocupa el segundo puesto en estos enunciados, pero también puede anteponerse:

  • Para poder comer en ese restaurante hay que reservar mesa.
  •  Para que no te enfades, lo repartiremos como buenos hermanos.

El significado final se desprende también de oraciones subordinadas con la combinación a que, aunque en general se trata de suplementos cuya a está exigida por el verbo nuclear. En estos dos ejemplos son de significado análogo y de idéntica estructura:

  • Viene a que se lo expliques.
  •  Viene para que se lo expliques.

Sin embargo en los dos siguientes puede observarse la diferencia de función:

  • Marina se ha acostumbrado a que la mimen.
  •  Marina hace viajes a Valencia para que la mimen.

En el primer caso, a que la mimen es Supl (no podría decirse *para que la mimen, puesto que el N se ha acostumbrado exige a y rechaza para). En el segundo, para que la mimen funciona como CC y no admite la preposición a.

En la función de CC, la finalidad puede quedar expresada también con ciertas locuciones en que se inserta un sustantivo semánticamente relacionado con esa noción. La más estabilizada es a fin de que (y su equivalente a fin de + infinitivo). Por ejemplo:

  • Se convocó una reunión de tutores a fin de que se trataran detenidamente los problemas de disciplina.
  • Pidió permiso para salir de clase, a fin de satisfacer necesidades fisiológicas.

Para que se produzca sentido final, es necesario que la proposición introducida por para esté integrada en el predicado como complemento circunstancial. Si aparece en función periférica (modificador oracional) el significado final se pierde:

  • Para lo que estáis haciendo, podíais estar en la cafetería.
  • Al final el valenciano se fue con otra; para que te confíes…
  • Para lo feos que son, tienen novias muy guapas.

Concesivas

Las subordinadas concesivas expresan una objeción o dificultad para lo dicho en la oración principal, sin que ello impida su cumplimiento. El transpositor más frecuente de las concesivas es aunque, unidad compatible con cualquier modo o tiempo del verbo subordinado (salvo el imperativo).

Tradicionalmente se entendían estas subordinadas como CC, pero su función real es la de modificador oracional, el cual es susceptible de aparecer en cualquier puesto de la secuencia aislado entre pausas:

  • Es preciso estudiar más horas, aunque sea haciendo un esfuerzo.
  • Algunos suspensos en la primera evaluación, aunque parezca raro, han sacado nota en este examen.
  • Aunque promete mucho, no creo que cumpla sus promesas.

El sentido concesivo puede manifestarse con otras construcciones. En Así lo ordene el jefe, firmaré el permiso (o con orden inverso, Firmaré el permiso así lo ordene el jefe), la oración transpuesta por así tiene sentido temporal (equivale a ‘en cuanto lo ordene el jefe’); pero en Así lo ordene el jefe, no firmaré el permiso (o su inversa: No firmaré el permiso, así lo ordene el jefe), la misma oración subordinada sugiere sentido concesivo (igual que en ‘aunque lo ordene el jefe’). De esta manera, se utilizan otras conjunciones, locuciones y construcciones en lugar del más frecuente transpositor aunque:

  • Y si bien sentía cariño por todos sus amigos, muchos de éstos le molestaban.
  •  Aun cuando quería aparecer sereno e indiferente, se estremecía al mirarla.
  •  Disimulaba sus tonterías para poder hablar, siquiera fuera un momento, con personas más serias.
  •  Lourdes no consiguió enterarse del estoicismo; y eso que Manolo se lo explicó lo mejor que pudo.
  •  Pero –mal que me pese– tengo que cambiar mi horario.
  •  Yo apenas la atendí, a pesar de que lo explicó con todo detalle.
  •  Algún canalla le había rayado el coche al Director, aun cuando no sabía el lugar ni la fecha exacta.
  •  Garzón condenó al etarra a doscientos años de cárcel, bien que sólo tenía una vida.
  •  Ya que no otra cosa, había heredado de sus padres un carácter noble y honesto.
  •  Aun siendo un buen clima el andaluz, Esther pasó mucho frío ese invierno.

Análogo significado concesivo se encuentra en otro tipo de construcciones transpuestas por que contiguas a un adjetivo o a un adverbio precedidos de la preposición por:

  • No olvidéis que por más cosas que ocurran en este Instituto, aquí seguiremos.
  •  Por guapa que sea su novia, Fran siempre se fijará en otras.
  •  Por mucho que las conozcas, nunca llegas a entenderlas del todo.

No es la construcción en sí la que sugiere el sentido concesivo en estos últimos casos, sino la contraposición semántica que se observa entre los dos términos de tales enunciados.

El sentido concesivo está también sugerido por otras estructuras, que no son proposiciones subordinadas, sino yuxtapuestas, sin conexión sintáctica. Así ocurre en los siguientes ejemplos:

  • Anabel siempre venía andando al Instituto, nevase o granizase.
  •  Que quieras que no, terminarás por transigir.
  •  Pero sea lo que fuere, ya nos enteraremos.

Subordinadas con aunque y coordinadas con pero

Se ha visto ya, al tratar de las coordinadas adversativas, que la posible alternancia de pero con aunque no justifica identificar sus respectivas funciones: aunque transpone una oración a la función adverbial, mientras que pero la coordina con otra precedente unificándolas en una oración compuesta. Es cierto que, en cuanto al sentido, ambas estructuras pueden ser equivalentes, pero sintácticamente son diferentes y no pueden equipararse (Alarcos, 1994, §441).

Condicionales

Se llaman condicionales las oraciones transpuestas con la conjunción si. Funcionan como modificador oracional de la oración principal.

En las construcciones con si predomina el sentido condicional, pero su referencia no siempre muestra una condición para el cumplimiento de lo manifestado en la otra oración; muchas veces señalan sólo una contraposición entre ambas proposiciones. Por ejemplo, el sentido condicional es claro en Si me dejan, llegaré a casa a las tres, donde la condición para ‘llegar a casa’ presupone el ‘permiso’; pero en Si ayer llovía, hoy hace sol, solo se entiende el contraste entre dos realidades compensadas.

Sea cual fuere el sentido, la estructura sintáctica es en ambos casos una misma: hay una oración transpuesta por si que se denomina prótasis, y otra (que pudiera ella sola constituir enunciado) conocida por apódosis. El orden de estos dos miembros es libre aunque es más frecuente la anteposición de la prótasis.

Considerando los morfemas verbales que aparecen en cada uno de los dos miembros, suelen distinguirse varios esquemas condicionales.

Prótasis con indicativo

Se trata de los enunciados condicionales que se han llamado reales o de relación necesaria. El verbo de la prótasis adopta modo indicativo y el de la apódosis aparece en cualquier forma verbal salvo el pretérito pluscuamperfecto y los futuros de subjuntivo. En la prótasis no puede haber futuros ni condicionales, salvo en ciertos usos dialectales. Véanse ejemplos:

  • Si estudias, aprobarás.
  •  Si esto no se arregla amistosamente, ahí tenemos los tribunales.
  •  Si los yogures no se comen a tiempo, se pudren.
  •  Que me caiga muerto aquí, si he entendido algo de lo que está diciendo el de lengua.

Prótasis con subjuntivo

Con la prótasis en subjuntivo, hoy existen prácticamente sólo dos posibilidades:

Si la perspectiva temporal sugiere el presente o el futuro, el verbo de la oración transpuesta aparece en pretérito imperfecto de subjuntivo.

  • Si estudiaras, aprobarías.

Si la perspectiva se refiere al pasado, el verbo de la prótasis adopta la forma del pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo.

  • Si hubieras estudiado, habrías aprobado.

A estos dos tipos de condicionales se los ha llamado irreales y de relación imposible. El verbo nuclear de la apódosis, en el primer caso, es hoy predominantemente el condicional (cantaría), aunque perduran algunos usos del pretérito imperfecto de subjuntivo (cantara). En el segundo caso, el verbo de la apódosis alterna entre el pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo (hubiera cantado) y el condicional compuesto (habría cantado).

En la lengua más conservadora o arcaizante todavía se encuentra un tercer tipo de estructuras condicionales, en cuya prótasis aparecían los futuros de subjuntivo, mientras el verbo nuclear de la apódosis adoptaba las formas de presente de indicativo o subjuntivo, el imperativo o uno de los futuros o condicionales. Por la relación entre las formas verbales de la prótasis y la apódosis, se denominaban condicionales contingentes. He aquí algún ejemplo:

  • Entonces podréis reclamar vuestros salarios atrasados si los hubiere.
  •  Riña vuesa merced a su hijo si hiciere sátiras que perjudiquen las honras ajenas.

Véanse ejemplos del primer tipo, con el verbo de la prótasis en pretérito de subjuntivo:

  • Si yo tuviera tiempo, viviría como un pachá.
  • Si mi mujer supiera que sólo puedo disponer de dos horas de descanso, me dejaría volver a la cama.
  • Si él fuera rico, su dinero sería para ella.

Ejemplos de otros usos más o menos arcaizantes o populares son los siguientes:

  • Y dijera más si no me llamase mi obligación.
  •  Si fuese campanero, entonces no se hablaba más que con el obispo.
  •  Si yo pudiese trasladar aquí la casa, la trasladaba.
  •  Si hubieses leído ciertas cartas, hubieras sabido de su infidelidad.

Estructuras con si no condicionales

Quedan por examinar otros enunciados introducidos por si que a primera vista parecen prótasis condicionales desprovistas de la correspondiente apódosis. Del contexto suele deducirse el sentido que podría tener esta; pero lo cierto es que no se trata de verdaderas elipsis porque su reposición daría resultados diversos. A una pregunta como ¿Has leído mi libro?, el interpelado puede responder así: Si no lo he recibido… Este enunciado revela una estructura propia de las oraciones transpuestas por si pero al mismo tiempo está caracterizado por una curva melódica impropia de las condicionales. El sentido evocado no es propiamente el condicional, sino algún matiz entre lo enfático y lo ponderativo. La modalidad de tales enunciados se incluye o en lo interrogativo o en lo exclamativo.

En los enunciados interrogativos con si las formas verbales son futuros y condicionales: cantaré, cantaría, habré cantado, habría cantado, que son precisamente incompatibles en las prótasis condicionales. Véanse estos ejemplos:

  • ¿Si estaré yo tan tonto como este pobre hombre?
  •  ¿Si sus ojos estarían distraídos al fijarse en mí?
  •  ¿Si habré yo visto visiones?

Suprimiendo si en estos enunciados, las oraciones interrogativas que quedan van de acuerdo con la norma y mantienen el sentido total de las primeras, si bien se pierde su énfasis encarecedor. Así:

  • ¿Estaré yo tan tonto como este pobre hombre?
  •  ¿Sus ojos estarían distraídos al fijarse en mí?
  •  ¿Habré yo visto visiones?

Con ello Alarcos (1994) demuestra que el si de estos ejemplos es la misma unidad que transpone oraciones interrogativas a la función nominal de objeto directo:

  • Me pregunto si estaré yo tan tonto como este pobre hombre.
  •  Me pregunto si sus ojos estarían distraídos…
  •  Me pregunto si habré yo visto visiones.

Tampoco existe sentido condicional en estructuras exclamativas con si . Véanse estos ejemplos:

  • ¡Dios mío, si estará loca la pobrecita!
  •  Si sabré yo los libros que leen mis amigas.
  •  Si habría sido un milagro…

En estos casos exclamativos no aparece el sentido de incertidumbre que se encuentra en las correspondientes construcciones interrogativas, por ejemplo, en ¿Si estará loca la pobrecita? Lo que manifiestan estas exclamativas con si es una mayor participación del hablante en la emoción o sentimiento que comunica. El sentido sería equivalente, pero con pérdida de esa intervención subjetiva, empleando estructuras con unidades exclamativas (¡Qué loca está la pobrecita!) o con la simple entonación pertinente (¡Está loca la pobrecita!).

En conclusión, deben mantenerse separados los enunciados asertivos con si (condicionales) y los enunciados exclamativos e interrogativos análogos, en los que el si no es un transpositor oracional, sino un encarecedor adverbial de los contenidos comunicados.

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Esta entrada se debe por entero a los materiales ofrecidos por el profesor Alfonso Sancho Rodríguez y a los docentes del IES Alexandre Satorras (Mataró).

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